JOSE MARIA OSUNA

Conozco la obra de José María Osuna desde sus comienzos; fue allá por los años noventa cuando visité su casa estudió en Toledo,  su jardín estaba sembrado de lo que en principio parecían extraños objetos llenos de fantasía, eran trozos de madera, troncos carcomidos por el tiempo, ramas de árboles y todos ellos transformados por un color rabiosamente primario, los rojos, amarillos, azules abrazaban todo el volumen como en un intento de transformar la muerte y la decadencia de la materia en un canto a la luz y a la esperanza.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces, sus conceptos se han aclarado, lo que antes era caos se ha transformado en una búsqueda de la simplicidad, la claridad y la armonía; su obra actual nos aporta un orden constructivo, un optimismo frente a la angustia del hombre de nuestros días, y a las fuerzas desintegradoras y pesimistas que lo envuelven.

Aprovecha la visualidad pura del color, encerrado en figuras geométricas planas, y desarrolla sobre las superficies todas sus posibilidades de interacción. Acepta una fundamentación matemática para el arte y la geometría es su instrumento de trabajo.

Sus cuadros parecen crear una estructura abierta que tiende a expandirse más allá de sus propios límites donde el color actúa como dinamizador de las formas. Sus colores son planos y uniformes utilizando frecuentemente las oposiciones de cálidos y fríos y las variaciones de su intensidad para que actúen unos y otros como contrapunto de las formas dando al conjunto una singular variabilidad y movilidad. En sus cuadros hay siempre una dirección dinámica, se produce como una fuga en su superficie, como un deslizamiento creado por la secuencia rítmica del color.

Critico y Pintor