MANUELA IGLESIAS VERA

Comencé a dibujar en cuanto me pusieron un lápiz en la mano en el colegio.

Me pasaba los recreos haciendo retratos a mis compañeras de clase.

Mi meta era Bellas Artes, pero por problemas familiares no pude salir fuera de Murcia para hacer dicha carrera ( cuando yo comencé mis estudios universitarios no había Facultad de Bellas Artes en Murcia), así que me licencié en Historia del Arte por la Universidad de Murcia, porque soy una enamorada del Arte en general, y la pintura en particular, es mi gran pasión.

Terminé mi carrera en 1995. Amplié mi formación universitaria con el CAP (Curso de Aptitud Pedagógica) en la Universidad de Murcia, finalizándolo en 1996.

Al año siguiente en 1997 finalicé un curso de Doctorado de Historia del Arte, también en la Universidad de Murcia. Pero como lo que yo quería era pintar, me puse a recibir clases de pintura de los pintores Manolo Delgado y Patricia Gómez.

Completé mi formación pictórica haciendo varios cursos en el Aula de Artes Plásticas de la Universidad de Murcia y recibiendo clases del profesor y pintor murciano Carlos Callizo, comenzando mi andadura como pintora artística en el año 2001 e impartiendo clases de pintura en diversos Centros Culturales de Murcia, Centros de La Mujer y Centro de Mayores.

Aunque pinto de todo, el retrato es mi especialidad. El óleo era la técnica dominante hasta que descubrí todas las posibilidades del acrílico con Carlos Callizo.

Podría encuadrarse mi pintura en el Realismo Espontáneo, por la técnica (acrílico) y el color (colores vivos, fuertes), pero quiero ser fiel a la tradición realista española y cuido el dibujo, focalizando y trabajando más aquéllas zonas que quiero resaltar o que considero más importantes.

Con mi pintura, yo no invito al espectador a reflexionar, no hago pintura, ni reivindicativa, ni social, eso ya lo hacen otros, yo quiero que el espectador deje de pensar para únicamente deleitarse en la contemplación de la belleza y segregue endorfinas.

El hombre necesita la contemplación de la belleza. Es cierto que la belleza es un concepto cultural, pero si ante uno de mis cuadros el espectador se dice a sí mismo ¡qué belleza! y se le alegra el corazón y la mirada, yo habré conseguido mi propósito. No hay que olvidar que, al fin y al cabo, la pintura es retiniana.